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sábado, 7 de marzo de 2015

LINUM SUFFRUTICOSUM

Linos, que no hacen hilos, con hilo del que tirar 

Linum suffruticosum
Linum suffruticosum
A media tarde del ocho de mayo pasado, J- salió de su casa en la Mediavilla con sombreo, bastón de monte, mochila y cámara de fotos; aún se notaba el calor del mediodía. Al llegar a la esquina del Chocolatero, se detuvo, miró al frente y se dijo: “Por qué no”.  Atravesó la carretera, siguió por el canto del sembrado, giró a la derecha para evitar las zarzas del fondo del barranco y encaró la fuerte pendiente de El Castellón, cuidando de no resbalar al pisar piedras sueltas. Antes de llegar a la zona de los tulipanes, le sorprendieron unas matas almohadilladas, unos sufrútices cubiertos de flores blancas con nerviaciones violetas.



Linum suffruticosum




Ya conocía estos linos por haberlos visto salteados por El Saso, pero a J- le llamó la atención la amplitud de las matas y el esplendor de la floración.  Se diría que sobre el cerro que domina el depósito de aguas estaba situado el vivero desde el que se diseminaban los linos sufruticosos, leñosillos, que se ven por sitios despejados del término e incluso, en el centro de caminos poco transitados. Esta primavera habían florecido con profusión, aprovechando las continuas lluvias, pero que luego soportarían la sequedad del verano, evitando la deshidratación gracias a la estrechez de sus hojas.

Linum suffruticosum




De vuelta en casa al anochecer, a J- le extrañaría enterarse de que, siendo un lino, no hubiera tenido interés utilitario ni para la elaboración de hilaturas ni de tientes. Pero a J- le bastaba pensar que estas matas de linos eran ornamento de rincones poco frecuentados por otros vecinos, pues los cazadores estaban silenciosos hacía tiempo, y como que fueran para su disfrute casi exclusivo. El casi se debía a que tenía que compartir el disfrute con insectos de diverso colorido y carácter. Generalmente J- cuidaba de no interrumpir las libaciones de estos visitantes voladores, no sólo por respeto a su función, sino por cuidar de su piel. 


Linum suffruticosum



Le ocurría que, mirando tras su cámara, J- se sentía como un voyeur, un intruso en la relación evolutiva entre plantas e insectos. ¡Y quién era él para molestarlos! Los linos necesitan de los insectos de manera imperiosa para fructificar porque no se autofecundan, no se gustan de sí mismos. Los linos son tan escrupulosos que han llegado a ser hetero… heteros, ¡heterostílicos¡ Cuando J- se enteró del detalle tuvo que revisar todas las fotos para apreciar que era cierto que, en algunos casos, las flores tenían ligeras diferencias; pequeñas, pero sensibles: en unas, el pistilo asomaba por encima de los estambres y en otras, no.


Linum suffruticosum



Sin embargo, como J- entendió luego, mirando a lo lejos tras la cristalera de la solana, estas flores delicadas, estos sufrútices almohadillados, escondían fuerzas superiores a la atómica: estos linos no habían sucumbido al desastre  de Chernóbil
Quizá, al atardecer se quedara transpuesto, porque también creyó ver que el enorme socavón de la cantera del pueblo se rellenaba y se rellenaba… hasta igualarse con la pendiente de la sierra, y se cubría de rocas y plantas, entre las que brillaban las almohadillas de los linos.


Y colorín colorado, el hilo se me ha terminado
   
Linum suffruticosum

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