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lunes, 23 de marzo de 2015

EROPHILA VERNA

Por las grietas de los adoquines se nos ha colado la primavera     

Erophila verna
Erophila verna





       Hace pocos años, en tiempos de empuje y abundancia, adoquinaron calles y plazas del pueblo con conglomerados de piedrilla: pasamos del empedrado de cascajo, secular y tortuoso, al enlosado de hormigón, cómodo y árido. Pareció que se acababa con las torceduras de tobillo, al tiempo que con la variada flora natural de las calles; pero no contábamos con que la vegetación se ha tragado civilizaciones tan florecientes como lo fueron la maya o inca. 
Erophila verna













     Sin llegar a tanto, veo que los intersticios de los adoquines se han rellenado de polvo, suficiente para soportar musgo en el que se sujetan las semillas de pequeñas plantas que aprovechan su humedad. Los biseles tienen poco más de un centímetro, pero suficiente para animar una variada vida vegetal y animal. En marzo ya tenemos en pleno desarrollo estas plantitas de cuatro pétalos blancos bífidos y pronta fructificación,  antes de que lleguen los calores de mayo.



Erophila verna





     Viendo la rápida transformación de la flor en fruto, me viene a la memoria la frase: “Vive rápido, muere joven y deja un bonito…” En este caso no un “bonito cadáver”, sino una abundante sementera: más de treinta semillitas por fruto y cada planta puede tener más de diez
Así la pervivencia  de la erofila está asegurada y la veremos florecer cada nuevo ciclo anual, sin preocuparse de los temores de algún que otro mirón ventanero.           

Erophila verna







    La Erophila verna, la primaveral aficionada a la primavera, que esta viene a ser la traducción del nombre botánico al castellano, funciona como el despertador natural de la vegetación: la primavera ha venido y la erofila ya sabe cómo ha sido. 
La vemos florida por todo el mundo templado, o no tanto, hasta en Laponia o Groenlandia. Se cuenta que en Suecia su floración servía para iniciar con tiempo propicio las labores de la siembra del centeno. 

Erophila verna






      Cuando el sábado me di una vuelta por los almendros de Aspra, también aparecía con profusión entre los pétalos que desprendía el viento y las gravas que afloran entre las antiguas viñas abandonadas. No he encontrado la razón por la que a esta plantatita la llamen con un nombre largo: “Pan y quesillo”. Quizá sea por lo contrario que a otra planta del inicio del otoño le llaman merendera. Seguro que serán alimento de los pajarillos que nos alegran la primavera.         






La luz prolongada de los días de marzo es la campanilla que llama a la vida de un nuevo ciclo floral
     
Erophila verna

sábado, 7 de marzo de 2015

LINUM SUFFRUTICOSUM

Linos, que no hacen hilos, con hilo del que tirar 

Linum suffruticosum
Linum suffruticosum
A media tarde del ocho de mayo pasado, J- salió de su casa en la Mediavilla con sombreo, bastón de monte, mochila y cámara de fotos; aún se notaba el calor del mediodía. Al llegar a la esquina del Chocolatero, se detuvo, miró al frente y se dijo: “Por qué no”.  Atravesó la carretera, siguió por el canto del sembrado, giró a la derecha para evitar las zarzas del fondo del barranco y encaró la fuerte pendiente de El Castellón, cuidando de no resbalar al pisar piedras sueltas. Antes de llegar a la zona de los tulipanes, le sorprendieron unas matas almohadilladas, unos sufrútices cubiertos de flores blancas con nerviaciones violetas.



Linum suffruticosum




Ya conocía estos linos por haberlos visto salteados por El Saso, pero a J- le llamó la atención la amplitud de las matas y el esplendor de la floración.  Se diría que sobre el cerro que domina el depósito de aguas estaba situado el vivero desde el que se diseminaban los linos sufruticosos, leñosillos, que se ven por sitios despejados del término e incluso, en el centro de caminos poco transitados. Esta primavera habían florecido con profusión, aprovechando las continuas lluvias, pero que luego soportarían la sequedad del verano, evitando la deshidratación gracias a la estrechez de sus hojas.

Linum suffruticosum




De vuelta en casa al anochecer, a J- le extrañaría enterarse de que, siendo un lino, no hubiera tenido interés utilitario ni para la elaboración de hilaturas ni de tientes. Pero a J- le bastaba pensar que estas matas de linos eran ornamento de rincones poco frecuentados por otros vecinos, pues los cazadores estaban silenciosos hacía tiempo, y como que fueran para su disfrute casi exclusivo. El casi se debía a que tenía que compartir el disfrute con insectos de diverso colorido y carácter. Generalmente J- cuidaba de no interrumpir las libaciones de estos visitantes voladores, no sólo por respeto a su función, sino por cuidar de su piel. 


Linum suffruticosum



Le ocurría que, mirando tras su cámara, J- se sentía como un voyeur, un intruso en la relación evolutiva entre plantas e insectos. ¡Y quién era él para molestarlos! Los linos necesitan de los insectos de manera imperiosa para fructificar porque no se autofecundan, no se gustan de sí mismos. Los linos son tan escrupulosos que han llegado a ser hetero… heteros, ¡heterostílicos¡ Cuando J- se enteró del detalle tuvo que revisar todas las fotos para apreciar que era cierto que, en algunos casos, las flores tenían ligeras diferencias; pequeñas, pero sensibles: en unas, el pistilo asomaba por encima de los estambres y en otras, no.


Linum suffruticosum



Sin embargo, como J- entendió luego, mirando a lo lejos tras la cristalera de la solana, estas flores delicadas, estos sufrútices almohadillados, escondían fuerzas superiores a la atómica: estos linos no habían sucumbido al desastre  de Chernóbil
Quizá, al atardecer se quedara transpuesto, porque también creyó ver que el enorme socavón de la cantera del pueblo se rellenaba y se rellenaba… hasta igualarse con la pendiente de la sierra, y se cubría de rocas y plantas, entre las que brillaban las almohadillas de los linos.


Y colorín colorado, el hilo se me ha terminado
   
Linum suffruticosum