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lunes, 19 de febrero de 2024

SENECIO VULGARIS

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris 

Una simpática y prolífica maleza florida y perseguida todo el año

 
Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris 
    Un nuevo ciclo vital se ha puesto en marcha anunciando una primavera temprana: la marmota Punxsutawney Phil de Pensilvania ya ha abandonado su madriguera, cientos de azafranes blancos de nuestra sarda están abiertos desde primeros de mes y hasta los agricultores se hacen notar por las carreteras de toda Europa. Así que no me queda otra que dejar de invernar y ocuparme ahora de la yerba cana (zorna-belarra, en euskera), no afectada por estos ciclos, florecida todos los meses del año y concernida, ¡quién lo iba a decir!, por las protestas agrícolas.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    La yerba cana, originaria del este de Europa, tiene el bendito honor de figurar en el catálogo de malas hierbas en más de medio mundo. Y si bien, decir que pertenece a la flora arvense (de campo) es más sutil, no es menos denigratorio que llamarla maleza. Sí, de campo o más que las amapolas. La veo por los terraplenes del pueblo o junto a las paredes,  por las huertas, los sembrados, las viñas, y más por cualquier punto que reciba una regular rociada de abono. A la yerba cana todo le viene bien.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Así es como en cualquier época del año desarrolla sus capítulos florales de los que despuntan sus numerosas florecillas amarillas. De ellas saldrán semillas (cipselas) con vilano blanquecino, asomando por entre lígulas verdosas. Hay quien vio en los vilanos las barbas canas de algún geniecillo anciano y recordando la senectud, le puso en nombre de senecio. ¡Vamos!, cosas de los etimólogos. Linneo se limitó a recoger la palabra aplicada antes por Tournefort, sin mencionar tan curiosa coincidencia.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Esas semillas pueden ser muy numerosas: más de mil setecientas por planta y muchas más según otras investigaciones. Si se tiene en cuenta que la germinación es rápida y son tantas semillas, ni qué decir tiene que los agricultores echen mano, no solo de la azada, sino de herbicidas contundentes. Y aquí está unas de las causas del conflicto entre labradores y administración europea agrícola, que trata de limitar y orientar sobre los herbicidas adecuados para el adecuado mantenimiento del suelo. 

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Es que hoy día no basta con mirar al cielo, tener en cuenta las fases de la luna y poder conducir un tractor climatizado para ser agricultor, además de botánica y rotación de cultivos, hay que tener al día el Cuaderno de Explotaciones Agrarias y saber leer química para conocer qué productos están permitidos y cuáles retirados de listas interminables. No me extraña lo más mínimo que estén hasta el gorro y lo pague, entre otros, la yerba cana.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Esta planta, como tantas otras “yerbas”, tuvo sus aplicaciones curativas. Pero los efectos secundarios que su consumo produce en el hígado lo desaconsejan su empleo en la actualidad. Esto no debe de afectar a las orugas de la mariposa nocturna Ochropleura plecta, que se alimenta de ella. Pero no es la única mariposa, la polilla diurna Tyria jacobaeae hace otro tanto y se ha introducido en ciertos países, junto con el hongo de la roya, como una forma de control biológico, lo que suele resultar cuestionable. Es aquello de que tenía un problema, recurrí a un abogado y ahora tengo dos problemas.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
Una yerba pillada entre la agricultura productiva a corto y la sostenible a largo

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris

martes, 26 de diciembre de 2023

HOLCUS LANATUS

Holcus lanatus      Heno blanco

Una hierba intrigante para estimular la curiosidad mientras cambiamos de año

Holcus lanatus      Heno blanco

    “Nos tragamos el año. Nos comemos la primavera y el verano y el otoño. Estamos esperando a que crezca algo para luego comérnoslo” dice Merricat. Y sí, nos hemos comido un año y estamos a la espera de su término para pasar al siguiente comiendo uvas. 
    -¿Que quién es Merricat? -Merricat sería sólo una atrevida muchacha de campo, si no fuera tan aficionada a los venenos como para ser una devota de la Amanita phalloides, la oronja mortal… y a mezclar en la ensalada Holcus lanatus, llamado heno blanco, muy rico en ácido cianhídrico”, según nos la presentó Shirley Jackson en "Siempre hemos vivido en el castillo", su último relato de suspense irreal.

Holcus lanatus      Heno blanco
    Que quede claro que no se me habría ocurrido adornar las ensaladas veraniegas con granos de heno blanco: no me salgo de lo habitual al preparar ensaladas y no conocía que el heno blanco fuera venenoso. Tampoco es que me hubiera fijado especialmente en esta gramínea, otra más de las muchas silvestre que se ven por los ribazos. Fue el intrigante relato de Jackson el que hizo que dirigiera mi curiosidad hacia ella y conociera algunos de los numerosos estudios publicados sobre sus cualidades biológicas y valores ambientalistas.

Holcus lanatus      Heno blanco
    He dicho ribazos, pero el heno blanco prefiere sitios que tengan una cierta humedad en la época cálida y los ribazos de por aquí no lo son precisamente en verano. Las inmediaciones de la depuradora y un pequeño humedal de Yesa son lugares en los que la he visto florida en junio.
 
Holcus lanatus      Heno blanco
    Aunque es una planta originaria de los frescos pastos europeos, ha tenido una amplia difusión por todo el globo terráqueo templado. Parece, además, que esta difusión no tiene demasiados años, que ha sido promovida para favorecer la ganadería extensiva sudamericana o australiana y ¡qué caramba! con el cambio climático aparece hasta en Alaska.

Holcus lanatus      Heno blanco
    En contraste con esta acogida favorable, hay otras zonas donde la consideran una maleza dañina para el mantenimiento de la flora regional y suponen que es nociva para el ganado. ¿Será cierto que el cianhídrico tampoco les sienta bien a las vacas? Si el heno blanco les resulta, digamos, algo indigesto, es por no disponer del modesto aparato digestivo de la mariposa de los muros (Pararge aegeria), que en modo alguno le hace ascos.

Holcus lanatus      Heno blanco
    Si el cianhídrico no fuera suficiente, le podemos añadir arsénico y otros metales pesados a la lista de elementos venenosos que pueden recoger las raíces de este inocente heno blanco. Estos metales insanos pasan en mínimas cantidades a la parte aérea de la planta, debido a la actividad inhibidora de las fitoquelatinas. Con tan eficaces protectoras, las Holcus son empleadas en la descontaminación de terrenos echados a perder, sin necesidad de dotarlas de mascarillas.
     
Holcus lanatus      Heno blanco       Semilla
    Algo de esto debió intuir el naturalista romano Plinio el Viejo cuando recomendaba colocar emplastos de estas plantas en la cabeza o junto al brazo para extraer de ellos ¡aristas! ¿Serían espinas? Así lo dejó escrito para la posteridad en su magna obra “Historia natural” (lib. XXVII, cap. X), según traducción de Geronimo de Huerta, Medico de su Magestad y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Plinio indicaba que la razón de esta virtud está en el mismo nombre, Holcus, de origen griego, que significa extraer. Quizá, la espina ganchuda que tienen las envolturas erizadas de las semillas le diera la idea de aplicarle ese nombre. ¡La Inquisición dixit!

Holcus lanatus      Heno blanco
Pasamos de año y he pasado del arte literario de envenenar, 
a terminar saneando el medio ambiente con la venia inquisitorial

Holcus lanatus      Heno blanco

lunes, 20 de noviembre de 2023

LACTUCA VIMINEA

Lactuca viminea      Lechuga mimbrera           
Una lechuga, alejada de la imagen de la planta para ensaldas
           
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Estos últimos días he tenido en las manos el Diccionario del asombro que acaba de publicar Antonio Martínez Ron. Después de exclamar asombrados “oh” o “eureka”, los científicos tuvieron que inventar palabras para denominar sus descubrimientos y es el listado de esas palabras las que componen este diccionario. 
También el asombro, o sombra sorprendente, te alcanza en otoño cuando adviertes las admirables tonalidades que ves por las orillas del Irati y los bosques de la sierra. 
No serán precisas palabras nuevas de asombro, pero ¡qué menos que detenerte a tomar unas fotos con el móvil!

Por la sierra
    Y no me hace falta esperar al otoño, porque en cualquier época del año puedo admirar la multitud de colores y formas de las flores silvestre del pueblo. Un ejemplo son estas matas veraniegas de Lactuca (lechugas), que, por su apariencia, en nada recuerdan a las cultivadas para ensaladas. Perdón, “en nada” es mucho decir, puesto que las flores son similares. Los horticultores, personas prácticas donde las haya, no esperan a que “se suban” y florezcan para venderlas; así que no podermos comprobar su similitud.

Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Me encuentro estas matas entre los arbustos del borde del camino de La Olivona o en los cascajares del Barranco de La Padul o del Aragón. El aspecto de matorral se debe a que las ramas son largas e intrincadas, como mimbres (viminea), con hojas estrechas, que se prolongan sobre los tallos y que con los calores del estío se reducen a la mínima expresión. Esta manera de reducción de las hojas puede ser similar a la de los árboles de hoja caduca, preparándose para un segundo año de lucimiento. Mientras el sol aprieta, ¿para qué poner las hojas a sudar la gota gorda?
    
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Quizá, esta manera de defenderse es porque viniera del lejano Himalaya a catorce mil pies, el Punjab indio o Afganistán, pues la presencia de esta Lactuca por esas regiones en 1876 la registraba C.B. Clarke, Prefecto del jardín botánico de Calcuta. Cierto es que, en describir la Lactuca virosa, se le habían adelantado bastantes años los hermanos Presl, quienes la incluyeron en su tratado sobre Flora Čechica en 1819. Entiendo que trata de la flora de lo que actualmente es la República Checa; pero como Bohemia en lengua checa es Čechy, lo dejo en que esta especie se extiende por el Mediterráneo, Centro Europa y parte de Asia, sin entrar en líos lingüísticos.
    
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Bien se puede suponer que, con este trajín por territorios tan dispares, esta especie de lechuga haya tenido que recurrir para sobrevivir, no solo a la reducción de sus necesidades de humedad, sino, tanto a la autopolinización como a la xenogamia, polinización que realizan insectos. Y aquí me encuentro el tema de cómo perciben los colores los insectos y cómo han escogido las plantas los colores de sus flores para resultarles más atrayentes. 
Si el tema de los colores se las trae, el de los insectos… mejor, no meneallo.
   
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Y mientras escribo esto, no puedo dejar de recordar a mi amigo Ángel. Hemos hecho, con el grupo de excursionistas de la Sociedad de Ciencias Naturales Gorosti, incontables de salidas por Navarra. Hemos disfrutando juntos de los paisajes, de las flores y de tu compañía amistosa. Eras, Ángel, sosiego para el grupo con tu palabra amable y tu mirada afectuosa.

Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
Ángel, en persona, la imagen ideal de bonhomía 
   
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera

jueves, 9 de noviembre de 2023

CROCUS NUDIFLORUS

 
Azafrán silvestre        Crocus nudiflorus

El azafrán silvestre de otoño de nuestros montes, como muestra evolutiva
     

Azafrán silvestre        Crocus nudiflorus
    Esta mañana he tenido la compañía de un chucho mientras paseaba por la sierra de Leyre. Al llegar al paso de la Cerrada se ha puesto a mi lado y me adelantaba, volvía o se paraba, pero seguía a mi alrededor. Así hemos andado por la zona de las fuentes; en la del Fraile he sacado alguna de estas fotos a los azafranes silvestres de otoño. A esa hora de la mañana ya estaban abriéndose, después de haberse cerrado ayer al atardecer, como cada día. Quizá también cada día este chucho montaraz acompaña a algún excursionista que ande por la sierra, por lo que he dejado de interesarle al empezar a bajar hacia el monasterio.

Azafrán silvestre        Crocus nudiflorus
    En otoño es frecuente ver esta especie de azafranes silvestres en la sierra. En esta estación del año, es una de las pocas flores habituales, junto a las Merendera montana, que se despliegan en ambas vertientes del Pirineo y de la cordillera Cantábrica. Y si bien el origen de los azafranes pudo ser el Oriente Medio, ahora es en nuestro entorno montañero donde la especie nudiflorus (de flores desnudas) está bien asentada y es más rara su presencia a medida que uno se aleja de estas cordilleras, con alguna excepción, como se verá.

Azafrán silvestre        Crocus nudiflorus
    Así es cómo estos azafranes venidos de fuera han desarrollado una curiosa estrategia para subsistir por nuestros montes: extienden su desarrollo durante varias estaciones del año (histerantia). Empiezan en otoño por desplegar, desde un bulbo subterráneo, las flores con largo tubo terminado en varios tépalos de color de color entre lila y púrpura. En invierno conservan las semillas a ras de suelo. En primavera, se despliegan las hojas verdes, que desaparecen con los calores del verano. Este proceso varía según las especies, y sugiere que el género Crocus sigue en evolución.
   
Azafrán silvestre        Crocus nudiflorus
    En las zonas llanas y herbosas de la sierra, cuántas veces hemos comentado la labor de labrado de los jabalíes. Por supuesto que no lo hacen por entretener la espera mientras llegan los cazadores, sino que escarban en busca de tubérculos como los que hacen aflorar los azafranes por aquí, en la sierra de Guara o donde puedan distinguirlos. Esta labor de escarda facilita el desarrollo del azafrán al esponjar el terreno e incrementar los nutrientes (N, P, K,C) para la germinación de semillas y favorecer la extensión de estolones, que darán lugar a nuevas plantas.
   
Azafrán silvestre        Crocus nudiflorus
    Además de alimento de jabalíes, el azafrán silvestre ha sido difundido como planta ornamental para jardines. Puede ser la afición a la jardinería en los cottage garden ingleses la explicación de su presencia en amplias zonas de Inglaterra. 
Y si bien el género Crocus ya fue establecido por J.P. Tourneforte y C. Linneo, sería el inglés J.E. Smith quien, a finales del S-XVIII, lo incluyera y describiera en el séptimo volumen de su “Botánica inglesa con figuras coloreadas”. Aseguraba en 1798 que la mayor profusión de la especie nudiflorus se daba entre el castillo de Nottingham y el río Trent. Sorprende que esta zona esté a menos de cien metros sobre el nivel del mar, cuando por aquí lo normal es que crezca en los montes a partir de seiscientos metros. Cosas de la evolución adaptativa.
   
Azafrán silvestre        Crocus nudiflorus
Una especie de azafrán que habla de evolución con colores y sin palabras

Azafrán silvestre        Crocus nudiflorus

jueves, 2 de noviembre de 2023

DITTRICHIA VISCOSA

Olivarda        Dittrichia viscosa
Una mala hierba de carretera, también útil para la agricultura

Olivarda        Dittrichia viscosa
    “Era una de esas mañanas templadas de otoño en las que la niebla temprana se había convertido en una fina lluvia y todo goteaba. Todavía no había llegado el invierno de verdad; sólo era una suave pausa entre dos estaciones que traía lo mejor de ambas. Ni demasiado calor, como había estado haciendo, ni demasiado frío, como haría más adelante.” 
Así empieza la deliciosa y delicada narración de Reginald Arkel Recuerdos de un jardinero inglés y así ha sido esta mañana cuando, andando por la carretera, se han mojado mis deportivas al contacto con las olivardas florecidas a lo largo del arcén de la N-240.

Olivarda        Dittrichia viscosa
    Me sorprende ver cómo en otoño los arcenes de la carretera a Yesa o del camino a Biezcas disponen de un adorno floral tan tupido, radiante y único para satisfacción del caminante o de los peregrinos santiagueños rezagados. Este regalo otoñal, parece ser que se lo debo a un herbicida controvertido: el glifosato (no hay mal que por bien no venga). Este herbicida se empleó hace unos años para erradicar en primavera las plantas de los márgenes de carreteras y los paseos de las ciudades. Con esta actuación, las plantas de desarrollo otoñal se vieron libres de competidores y coparon el espacio dejado por las plantas erradicadas. Hoy día brotan con tanta fuerza que las veo crecer entre los intersticios del mismo asfalto.

Olivarda        Dittrichia viscosa
    Las olivardas, endémicas del Mediterráneo, son un buen agente nutricio de gran variedad de insectos, justamente en la época en que disminuyen las plantas en flor. Estos insectos, retenidos por la viscosidad de las olivardas, son útiles en la fecundación la flor de los olivos, planta a la que el nombre de olivarda hace alusión. Además, algunos de estos insectos, avispas y chinches, son parásitos de la mosca del olivo (Bractocera oleae) y controlan su desarrollo, por lo que se recomienda acercar las olivardas a los olivares.

Olivarda        Dittrichia viscosa
    El gran número de nombres con que se conoce esta planta en la península ibérica, da idea de lo extendido que es su conocimiento y puede ser indicativo de la multitud de aplicaciones medicinales que ha tenido: cicatrizante, antihemorrágica, antiinflamatoria, entre otras. Actualmente se ha estudiado por su interés como antibacteriana y antifúngica, y se ha comprobado su efectividad en el tratamiento de la malaria y la candidiasis. En el tratado de Plantas Medicinales (pg. 185), Peris & co. indican que el carvacrol y varios ésteres de su composición bioquímica hacen posible su acción antiséptica, insectífuga, antihelmíntica y antiespasmódica. 
¡Vamos, que tenemos una farmacia al borde de la carretera! 
   
Olivarda        Dittrichia viscosa
    Pese a ser una planta tan conocida y empleada, ha llevado largo tiempo encontrarle el nombre genérico actualmente convenido. Carlos Linneo en su Species plantarum de 1753 creyó adecuado situarla entre las Erigeron, pese a que ya en la antigüedad Teofrasto y Dioscorides la llamaban Conyza. Años después, el botánico escocés William Aiton la sitúa entre las Inula en el quinto tomo de su obra Hortus Kewensis publicada en 1789. Con este nombre siguió muchos años hasta que en 1973 W.R.Greuter propuso el nombre genérico actual Dittrichia, en honor de M. Dittrich, que fue director del Herbarium del Jardín Botánico de Berlín. Está visto que entre botánicos anda el juego.

Olivarda        Dittrichia viscosa
Hasta en el asfalto de la cuneta hay color, salud, historia y lucha por la vida

Olivarda        Dittrichia viscosa

jueves, 26 de octubre de 2023

Polygonum baldschuanicum = Fallopia aubertii = Fallopia baldschuanica

Polygonum baldschuanicum = Fallopia aubertii = Fallopia baldschuanica
       
Una muy bonita tapadera floral para agatha christie

Polygonum baldschuanicum = Fallopia aubertii = Fallopia baldschuanica
    ¡No, no; por favor! No hay porqué suponer que debajo de la mata de falopias de la Chocarrera haya un cadáver. Tendría que ser una ocurrencia de Agatha Christie. ¡Mira que escoger un florido macizo de Polygonum baldschuanicum para encubrir un asesinato! Esto solo se le pudo ocurrir a la gran Agatha en su intrigante novela Némesis, cuyo capítulo 9 lleva por título el nombre de esta planta, y enredar, de paso, en el relato a la intrépida anciana miss Marple. Esos macabros sucesos pudieron ocurrir en la Inglaterra puritana y victoriana, pero no en nuestra cuesta de la Chocarrera, ni junto al puente de Sangüesa o cerca de Iriso, donde, hace unos días, vi unas espléndidas matas floridas.

Polygonum baldschuanicum = Fallopia aubertii = Fallopia baldschuanica
    Agatha Christie, además de escritora y arqueóloga, debió de ser aficionada a la botánica por las muchas veces que alude a jardines y flores en sus novelas. Sin duda, llegó a tener un amplio conocimiento de las propiedades estéticas y maléficas de cantidad de plantas, como lo deja entrever en el último capítulo de Némesis. “Lo que había hecho fue… plantar una trepadora que se llama polygonum. Se utiliza mucho precisamente para ocultar algo desagradable o feo en un jardín. Es capaz de crecer en cualquier terreno y acaba con todas las demás plantas. A veces resulta siniestra, pero da unas flores blancas muy bonitas”.

Polygonum baldschuanicum = Fallopia aubertii = Fallopia baldschuanica
    En 1971, ya cumplidos los ochenta años, Agatha Christie publicó Némesis y nos dio a conocer el interés ornamental que ya tenían las falopias en Inglaterra. Faltaban siete años para que en 1978 se notificara la presencia de estas plantas foráneas en la península Ibérica, en Asturias y Salamanca concretamente. Originaria del este de Asia, esta especia de falopia se ha extendido por amplios espacios de Europa, donde se colocaba, por su carácter trepador, junto a las paredes de los edificios para refrescarlas, disminuir la temperatura de las calles y contribuir así al bienestar de los vecinos y a las reticencias de quienes alertaban de su carácter invasor.
    
Polygonum baldschuanicum = Fallopia aubertii = Fallopia baldschuanica
    Su reciente presencia en la península hace que carezca de nombre popular, pese su rápida propagación por más de la mitad de las provincias, incluidas hoy las Islas Canarias. Sin embargo, ya en 1753 la registró Linneo en su Species plantarum, quien la situó dentro de la familia de las poligonáceas, por la forma poligonal de las semillas, dándole el nombre de Polygonum chinense, al tener noticia de hallarse en India y China. Supongo que advertir la gran diferencia con las otras flores del género polygonum llevó a J.F. Adams a crear un nuevo género de nombre fallopia, en memoria del botánico y anatomista Gabriele Falloppio (sí, sí, el de las “trompas de Falopio”).

Polygonum baldschuanicum = Fallopia aubertii = Fallopia baldschuanica
    No quedó ahí el baile de nombres. Como parece que por China había otras especies de falopias, diferentes de las que llegaban a Europa, el botánico francés Louis Henry le dio el nombre específico Fallopia aubertii, en honor de un misionero y botánico francés que andaba por el ahora Tíbet chino: Georges Aubert. Tanto compadreo francés no debió gustar en el resto de la Europa de entreguerras. Así que, aprovechando que las plantas de la región de Baldschuan (Bol'dzhuan, sureste de Tayikistán) eran falopias del tipo europeo, debió de ser el checo J.L.Hulob quien le encasquetara nombre tan específico: Fallopia baldschuanica. 

Polygonum baldschuanicum = Fallopia aubertii = Fallopia baldschuanica
¡Vale ya! Otra vez ya seguiré con sus insectos polinizadores.¡Que vuelen ahora!